martes, 18 de julio de 2017

Xochimilco, México

Las coloridas "trajineras" transitan frente a mí deslizándose suave y rítmicamente; el ocupado remero de pértiga se balancea para esquivar otras embarcaciones que nos rozan incesantemente y atinan con un golpe certero; sin embargo, éstas continúan su recorrido impávidas ante nuestra presencia, esto es lógico ya que es su menester y recorrido diario.  Desde mi "trajinera" cavilo y me deleito observando los botecitos multicolores tan traviesos que se mueven uno tras otro a lo largo de este ocupado canal que se abre paso en medio de la algarabía que abunda en este soleado día. Las veo franquear elegantes con sus dibujos que asemejan  un campo de flores, en la parte frontal de cada navío han escrito nombres propios que les dan aún más carácter y singularidad; a lo lejos escucho múltiples mariachis, cuerdas, y marimbas que alegran el ambiente con su sonoridad.  Familias enteras llevan a bordo sus viandas,  y pasan a nuestro lado alegres, levantando sus vasos compartiendo un brindis, un saludo cordial en cómplices miradas de regocijo y jolgorio. Este pueblo tan generoso y cordial que comparte su casa  y nos deja bien claro a todos los foráneos que éste puede ser también nuestro hogar.
Xochimilco, - que en náhuatl significa "en los sembradíos de flores"- era el hogar de los xochimilcas, una de las siete tribus de los nahuatlacas. Dada la naturaleza lacustre del terreno, este pueblo construyó distintas embarcaciones y fue el primero en emplear el sistema de siembra de chinampas, que eran islotes para el cultivo de flores y legumbres. Las "trajineras" son de madera con fondo plano y navegan en aguas poco profundas; se dice que los nombres de las "trajineras" comenzaron a ponerse cuando los "catrines" (o mozos muy bien vestidos) querían personalizarlas con el nombre de su prometida o novia.  Un orgullo que este lugar haya sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.
En verdad  que éste fue un recorrido muy placentero, alegre y autóctono de esta región de México. Había leído y escuchado comentarios acerca de Xochimilco y la belleza de sus canales naturales; sin embargo, visitarlo y vivir la experiencia me ha dejado una agradable sensación de pertenencia. Un espacio vibrante donde realmente se perciben las bondades de la cultura mexicana. 














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