viernes, 27 de febrero de 2015

Basílica de la Sagrada Familia. Barcelona

Curiosos detalles matemáticos rodean la impresionante Basílica de la Sagrada Familia. Maquetas invertidas (colgando saquitos de perdigones de peso proporcional al que deberían soportar los arcos, de manera que al girarla se obtuviera la forma de la estructura); ésta es la complejidad y la originalidad gaudiana que tanto me asombra y maravilla.
Vértices en forma de frutas que se observan si uno sube alguna de las torres, como por ejemplo la fachada del Nacimiento que se encuentra totalmente finalizada. Las torres no tienen forma circular sino elíptica. Las columnas de la nave central empiezan con una base poligonal y conforme ganan altura, aparecen más vértices hasta lograr una circunsferencia.
De sus 3 fachadas: los portales de El Nacimiento y la Pasión, ya están terminados. En este momento se encuentra en construcción la fachada de La Gloria.  Esta última me intriga mucho más ya que representará: la muerte, el Juicio Final, La Gloria y el infierno, vistos desde la perspectiva del maestro Gaudí. Cada fachada cuenta con 6 torres.
Esta obra arquitectónica posee 18 torres que aluden a los 12 discípulos, los 4 evangelistas, la Virgen María y Jesucristo; de las cuales ya han sido eregidas 8.
Para diseñar el interior de este exuberante templo, Gaudí se inspiró en la naturaleza, creando maravillosas formas de troncos de árboles que al final, si logras mirar con detenimiento, observarás que estás delante de un increíble y único bosque.
"Con tiestos de flores, rodeado de viñas y Olivares, animado por el cloquear de las gallinas, el canto de los pájaros y el de los insectos, y con las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y plancenteras imágenes de la Naturaleza, que siempre es mi maestra". Antonio Gaudi.



El Cristo colgante. Barcelona

De mi paso por Barcelona hubo muchas obras arquitectónicas que me impresionaron e hicieron que mi curiosidad por el arquitecto catalán, Antonio Gaudí (de quien nunca había escuchado hablar), aumentara conforme leía sobre su vida y sus obras.
El Cristo del altar de la Sagrada Familia, es una de ellas.  Colgando en solitario y bajo el baldaquino de metal dorado en forma de heptágono luce impresionante y único. Vale destacar que este baldoquino (especie de templete que sostiene una cúpula destinada a cobijar el altar central), posee un diámetro de cinco metros, y le cuelgan racimos de uva en vidrio, hojas de parra de cobre y espigas en madera blanca barnizada con clavos y cobre. Todo esto cubierto de pan de oro de 22 quilates.
Y entonces, ahí, lacerante, pende Cristo, obra del escultor Francesc Fajula. Esculpido según diseño que realizó Gaudí al altar de Casa Batlló.
Un espectáculo de formas y color en donde la luz juega un papel primordial. Esa luz que da la más perfecta visión de los cuerpos; la luz mediterránea.  Ese ingrediente imprescindible en todas las obras del genio catalán y artífice de un lenguaje arquitectónico único.
Todo aquel que visite la Sagrada Familia, debe detenerse y observar todos y cada uno de estos detalles que caracterizan al Cristo colgante.  Estos elementos e imágenes se esculpieron y grabaron en mi corazón de forma indeleble.
"Qué bonito es que el altar esté bajo una parra". Antonio Gaudí.