sábado, 14 de octubre de 2017

Puerto Rico. Mientras espero a Irma

Esta vez llegué a tu suelo serena y relajada empero increíblemente expectante; mirarte desde otros ángulos me llenaba de regocijo así como cuando te vi por vez primera. Escudriñar esos rincones ya transitados y hacerlo sin ninguna presión me provocaba una profunda paz; detenerme y observar cada detalle a mi paso -como esas callecitas de adoquín azul intenso que tanto me gustan- producían en mi sentimientos de plenitud del aquí y ahora.
Si bien llevaba una lista bien definida de los nuevos espacios por transitar, este viaje ligero que aún recorro y que es ya un estilo de vida, me impulsaba a dejarme llevar sin previas agendas. Mi “guía oficial”, un inquieto sobrino y aguerrido viajero, y quien me precede con una desafiante lista de lugares por recorrer,  evoca presuroso historia y geografía de cada sitio a mi alrededor.
A pesar de la inminente llegada del huracán Irma, las calles del Viejo San Juan se perciben concurridas de asiduos locales y foráneos quienes convergen en diferentes puntos estratégicos de la ciudad con el propósito de pasar un rato de esparcimiento.  La brillante e impecable tarde me inspira de antemano como presagiando un encuentro único; el moderno ferry nos transporta de Cataño al Viejo San Juan, desde este punto se aprecian vistas espectaculares del Morro, y de múltiples edificios tan pintorescos como la propia isla. Al descender del ferry, me encuentro súbitamente con un impecable Paseo Concepción de Gracia, me asombro al observar esas calles tan inmaculadas, los luminosos faroles que alumbran suavemente  el paseo, en fin, la tarde apenas cae y ya percibo el primer momento perfecto. Caminamos relajadamente hasta dar con la Calle de las Monjas, donde se encuentra la afamada Escalinata de las Monjas, una serie de gradas con edificios de fachadas coloniales que me seducen por sus tonalidades rosa y amarillo pastel.  Muy cerca de aquí damos con el Museo de Doña Felicia Rincón de Gautier y con un restaurante de la gastronomía española -La Rosa de Triana- con muy buen "tapeo" y una exquisita y mítica sangría. Una noche clara de luna y un San Juan colmado de color, sabor y contrastes exquisitos, preámbulos perfectos para completar una  noche singular  (tan singular que perdimos el último ferry de vuelta a casa).
Esta ciudad posee plétora de lugares únicos para disfrutar y admirar; es deber por lo tanto perpetuarlos  en la mente y el corazón del que escribe y así trascenderlos en el tiempo y las generaciones por venir. Santurce, un barrio de interacción cultural con características de arte bohemio, músicos incipientes y un graffiti muy artístico. Sentarse en un barcito, disfrutar de su gastronomía local pero también muy diversa es un placer que puede experimentarse aquí a diario.  Cerca se encuentra la mágica y muy “trendy” Calle Loiza, una zona con personalidad propia, considerada una arteria emblemática de Santurce.
El “Boardwalk” de Piñones,  El Condado y “ Ocean Park” son comunidades frente al mar, bordeadas por árboles y pensadas en el disfrute de los peatones;  con ambientes opuestos en su forma y estilo, estas áreas de placer y esparcimiento convergen en un sólo punto. Piñones posee un pasaje para caminarlo en compañía de increíbles vistas hacia el mar; una zona donde pueden degustarse además las más exquisitas alcapurrias y bacalaitos. Por otro lado, la Laguna del Condado es un núcleo deportivo y de ocio rodeado de árboles la cual se conecta, a través del hermoso Puente Dos Hermanos con "Ocean Park", una zona de hoteles con vista al mar, bares y restaurantes de primera. Sentarse por ejemplo en el Hotel La Concha al ocaso, es un placer en extinción.
La cereza del pastel fue adentrarme en las estrechas calles de La Perla; un pasaje que estaba en mi lista de pendientes por conocer. Me sentía intrigada y hasta ansiosa por percibir vibraciones que han dado origen a muchas canciones inmortalizadas por guerreros del alma y de la protesta. La conexión y magia fueron inmediatos. Un túnel que se disloca de la Calle Norzagaray te lleva directamente al corazón de esta histórica "chabola" que más bien da la impresión de haberse reivindicado a través de sus casas bien pintadas, sus pintorescos murales, y sus frases ecológicas por doquier. 
No puedo finalizar este relato sin mencionar el muy sonoro Callejón de La Tanga, donde la música contagia y el son boricua impregna el ambiente y lo extiende a lo largo de esta estrecha y transitada calle.
El huracán llegó como lo esperábamos, pero éste me dio al menos tregua para caminar los azules adoquines a pies descalzos, disfrutar de las Calles de San Sebastián y Fortaleza, sentarme en plena Calle del Sol, posar nuevamente frente a la famosa Puerta de la Bandera y lo más importante, disfrutar de la Isla del Encanto en la mejor compañía. Gracias a mis entrañables "guías" por haberlo hecho posible.
“Un relato muy personal escrito a mano alzada pero con mucha inspiración. Un viaje ligero plagado de gratas sorpresas. Un Puerto Rico que brilla siempre con luz propia, esa luz los levantará de nuevo porque ella brota de sus mismas entrañas”. 
El huracán María devastó casi por completo esta maravillosa isla. Para ayudar a Puerto Rico: Acceder Hispanic Federation.org  #unidosporpuertorico #conPRmetidos