lunes, 11 de febrero de 2019

Jardines de "Dumbarton Oaks", Georgetown, D.C.

La tarde soleada y brillante nos invitaba a recorrer los jardines de Dumbarton con ansia y premura; en el recorrido nos acompañó un desplante de tonalidades otoñales presentes en todo ser viviente a nuestro alrededor.
En 1921, Mildred Bliss y la paisajista Beatrix Jones iniciaron el trabajo de diseño de los jardines de Dumbarton Oaks, trabajando en colaboración por 30 años hasta terminar el diseño de terrazas, huertas, jardines, una vasta área silvestre de prados y caminos boscosos así como la inclusión de adornos del jardín como bancas, puertas, remates y esculturas.
Los caminos de ladrillo y piedra caliza simulan una tela aterciopelada a lo largo de cada calzada, terrazas cubiertas de césped a la sombra de un roble altísimo, y desde donde se puede apreciar una vista panorámica de toda la propiedad.  Hermosas canastas de flores y ornamentos de piedra caliza y plomo adornan mi paso por estos increíbles y únicos jardines ubicados en el mismísimo corazón de Georgetown.
 La Terraza Urna es un preámbulo hacia el jardín de rosas, siendo que alrededor de novecientas crecen dentro de este terreno en un esquema que está dictado por el color, desde tonalidades rosa, rojos y blancos y en la parte norte naranjas y amarillos; las ramas anchas y sombreadas de un enorme haya se extienden sobre este espacio cerrado y tranquilo añadiendo un toque solemne y sereno al lugar.  La mayoría de las rosas son recurrentes, su florecimiento más fuerte se da en la primavera, seguida de una floración repetida durante todo el verano y el otoño.
Un despliegue de colores en 360 grados se combinaron para hacer de este paseo un momento perfecto; desde aquí puedo despedirme de un espacio que me permitió, durante 6 años, compartir datos, sensaciones y percepciones de ciudades y lugares muy especiales, al mismo tiempo fue el canal perfecto para expresar experiencias y sentimientos de un viaje ligero.
Muchas gracias a todos los que leyeron mis escritos durante todos estos años... Este tiempo fue sólo un viaje, no mi destino.

"Suelta las Cuerdas de tus velas. Explora. Sueña. Descubre." De Placeres y más: 2013-2019 





















sábado, 2 de febrero de 2019

11,000 Visitas

“Por mi parte entiendo que no sé nada con certeza pero el brillo de las estrellas me hace soñar”.  Algo similar fue escrito por Vincent Van Gogh hace ya varias décadas atrás; hoy acompañan esta corta entrada la cual celebra que mis textos sean leídos con tanto entusiasmo alrededor de todo el orbe.
Una serie de relatos y fotografías de un viaje ligero que siempre me recuerda que todo lugar es aquí y todo momento es ahora.
Muchas gracias.!




sábado, 12 de enero de 2019

Museo Botica Solera, San José, Costa Rica

Emplazado en una esquina de Barrio México (uno de los barrios del Distrito Merced de la ciudad de San José) se encuentra el Museo Botica Solera;  un edificio de la corriente arquitectónica 'art decó' que se construyó en 1930 y que fue inspirado en el icónico rascacielos "Flatiron" de Nueva York.  Como un vigilante de concreto armado y ladrillo, el edificio de la antigua Botica Solera da la bienvenida a San José por una de las siete entradas que tuvo la ciudad en ese entonces:  el afamado Paso de la Vaca.
Patrimonio Histórico de Costa Rica, esta emblemática edificación fue restaurada casi en su totalidad y abierta al público en el año 2013, día en que se convirtió en un espacio de cultura y expresiones artísticas.

Una calurosa tarde del mes de enero me di a la encomiable tarea de buscar el estoico inmueble, a punto de morir a causa del vandalismo y el paso del tiempo, fue literalmente pegado pieza por pieza hasta convertirse en la exquisita joya arquitectónica que hoy atestiguamos.  Este museo se encuentra colocado en medio de la convulsionada "zona roja" de la ciudad capitalina de San José; siendo que para  llegar hasta este punto hay que atravesar al menos 10 cuadras de una área en donde los asaltos, la prostitución, la venta de drogas entre otros, están a la orden del día. 

El ruido ensordecedor de buses, frases escandalosas de ajetreados vendedores ambulantes y adormecidos habitantes de la calle quienes se abalanzaban sobre mi pidiendo alguna moneda, impactaron mis sentidos de inmediato provocando el deseo a la inminente huida.  Sin embargo, me mantuve fiel al recorrido y continué abriéndome paso a lo largo de una calle concurrida y morada de seres humanos rotos y desorientados. Y entonces, ahí mismo, mientras atravesaba estas disonantes calles, el espejo fue tácito y doloroso; yo también -de alguna manera- era una pieza rota y reparada así como las piezas de arte "Kintsugi", esa práctica japonesa que repara fracturas en la cerámica utilizando resina de oro.  En ese mismo instante se formó una trilogía: los habitantes de la calle, el museo casi destruido y reparado en su totalidad y yo.

Un hermoso museo me esperó y me acogió como caleidoscopio reflectante hacia su interior, sereno y reflexivo. La luz de la tarde me abrazó sin ninguna cautela a través de las múltiples ventanas que ahí convergen para así sumarse en complicidad con el lente de mi curiosidad.  Esculturas del artista Luis Alfonso Ramírez con el tema Al Vuelo...relucen en la sala de exhibición del primer piso.
Estoy segura que esta entrada ha sido lo más personal y sincero que he escrito desde que inicié en el 2013 relatos casuales pero con contenidos cargados de sensaciones y percepciones de un viaje ligero que aún no concluye.

"Hablar del alma es como hablar de alguien que no hemos visto (...) sin embargo...no existiríamos si el alma no existiera...es nuestra esencia. Es nuestra manera de ser, somos reflejos del alma. Cuando no estemos en esta dimensión, serán nuestros pensamientos y acciones, asociados a nuestra imagen, nuestros reflejos del alma..." Luis Alonso Ramírez