Flores y veraneras de color fucsia intenso cuelgan en muros de piedra altísimos, puertas de madera de roble, e impresionantes mansiones -muchas son embajadas- hacen de este recorrido de 2 horas un momento placentero y liberador. Es imposible recordarlo de otra manera debido también a la gran cantidad de árboles nativos que adornan esta avenida; ahuehuetes, palmeras, fresnos y alguno que otro cedro blanco son parte de los habitantes de esta zona.
Aunque el inicio del trayecto debe de hacerse en taxi para lograr atravesar las autopistas que dan inicio en el moderno distrito de Santa Fe, a partir del momento que se encuentra con la Avenida del Paseo de la Reforma el panorama cambia por completo, por ende la caminata se torna totalmente recreativa.
A partir del momento en que se entra en el Distrito de Polanco, el ambiente cambia por completo; exclusivas tiendas de marca, restaurantes que exponen diferentes tipos de gastronomías, son parte de lo que distinguen este punto exclusivo de la ciudad. Lo interesante es que al finalizar el recorrido y al llegar a este punto, se puede continuar la caminata hacia Bosques de Chapultepec, el Angel de la Independencia, la zona Financiera, el Auditorio Nacional, etc.
Sin duda este camino llegó a convertirse no sólo en un descubrimiento muy personal sino una manera de conectarme con la naturaleza dentro de una ciudad muy ocupada y un tanto caótica. Son esos trayectos que nunca se olvidan porque surgieron de un viaje ligero hacia una vida más simple.
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