Llegamos muy temprano esa soleada mañana del mes de octubre y lo que encontramos fue un pueblo mágico lleno de color y arte por doquier.
Con más de 430 metros, y a las faldas de la sierra, estos arcos son uno de los atractivos más estéticos del Estado de México. El poblado de Tepotzotlán fue habitado durante la época prehispánica, por los otomíes, luego por los toltecas y finalmente por los chichimecas.
El acueducto viene de una herencia religiosa ya que los jesuitas inicialmente lo construyeron con fines estratégicos en el siglo XVIII para transportar agua desde la sierra de Tepotzotlán hasta la hacienda de Xalpa.
Así de imponente, salta entre colinas y a las faldas de la sierra, le da un toque de inminente poesía al lugar el cual además está rodeado por una exuberante naturaleza.
Los arcos alcanzan 62 metros de altura y tienen 4 niveles de arcos; el mismo posee puentes colgantes, se puede caminar a través de una cañada por la que corre un prístino río desde donde podrás tener una increíble vista del acueducto.
No hay duda de que los Arcos del Sitio son un vestigio que asemeja las herencias romanas perdidas en recónditos pueblos de España y una joya arquitectónica de un pueblo mágico muy cercano a la Ciudad México; un imperdible si se visita este ancestral país.
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