De todos los lugares que he visitado en este viaje que es la vida, ninguno se compara con el que viví este 2021; un espacio colmado de variedad y de contrastes en casi todas sus formas y colores. Alguna vez escuché decir que en lo diverso el ego se debilita y la intuición se expande; ninguna frase es más veraz que aquella que ha sido creada para impulsar tu camino hacia la autenticidad.
Un recuento plagado de amaneceres violeta y naranja, de atardeceres marrón profundo, rojo bermellón, ocre y amarillo canario; de hombres sencillos y mujeres trabajadoras, quienes -así como yo- aún tienen sueños y una historia que contar. De niños que saltan y juegan despreocupados y comparten su inociencia sin distinguir clase social, credo o raza no así su espontaneidad y alegría por vivir.
Comprendí que la vida siempre nos pone ante grandes oportunidades e increíbles desafíos, que hay días de luz y otros de profunda oscuridad y esa combinación es la mezcla y a su vez fuerza que impulsa nuestro vivir.
Entendí que a veces habrá mañanas de sol y tardes de lluvia, todas irrepetibles y singulares; que de día escucho el ave de pecho amarillo trinar en algún árbol nativo y por la noche me exalta el aullido de un casi extinto coyote que corre presuroso por el lugar que una vez fue su hogar.
Día con día nos envuelven pláticas sencillas y afables de historias pasadas y sueños por venir; entre risas de niñas y niños traviesos quienes con avidez infantil juegan despreocupados y a veces se esconden tímidos en nuestras piernas buscando protección. Una escena familiar para mí, una vida y un viaje plagado de innumerables vivencias y sensaciones que con humildad se entrelazan para darle vida a mi camino.
Un relato y recuento de un viaje diverso.
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