Cada ciudad tiene su propio encanto, olores, colores y por consiguiente su propio matiz. Me gusta percibir esas sensaciones del primer momento; percatarme de ellas en la gente y sentir esos diversos matices que se estampan en sus calles y se despliegan en cada uno de sus rincones. La Rambla es prueba fehaciente de ello con el bullicio y la energía que ahí prevalece. Hay lugares que encierran cultura ancestral y que no hay que indagar con demasía para saber que en sus muros se esconden grandes acontecimientos históricos que aún palpitan y están latentes a pesar del tiempo.
Barcelona es una de esas ciudades mágicas y vibrantes que cautivan en primera instancia. La tarde poseía lírica y un brillo especial; un surco de luz se formaba con cada paso que daba. Me invadieron emociones diversas, de libertad y realización, me sentí completa y una sensación de curiosidad por devorar la ciudad me embargó.
Ella es brisa mediterránea como el mismo Maremagnum, es Gaudí con sus formas, símbolos y azulejos cromáticos; es todos esos mercados tradicionales como el Mercat de la Boqueria, que exacerba los sentidos e invita a detenerse en cada puestecito para deleitarse de una gastronomía tan extensa como exquisita y percibir olores potentes de diversas mezclas de especies tan provocativas y seductoras como la misma India.
Barcelona me sedujo con sus impactantes edificios, sus museos, catedrales, gemas de la arquitectura catalana, modernista, contemporánea, su vasta historia y cultura ancestral. La Rambla posee en sus entrañas esta joya emblemática, alegoría del orientalismo: Casa Bruno ó "Casa de los Paraguas"; llama la atención cuando se camina por este singular pasaje y es protagonista de cuantiosas fotografías. Es una ciudad donde se aprecian los rastros y tesoros de la Roma antigua como lo es el Distrito Gótico con sus místicas escalinatas de piedra y ese encanto medieval que poseen los palazzos, iglesias de Ciutat Vella y el increíble movimiento "art noveau" impregnado en impresionantes edificaciones como lo son La Pedrera, Casa Batlló y la única Sagrada Familia.
Muestras indelebles de maestría se aprecian en toda la ciudad, ejemplo son los medallones de la Sala Hipóstila del famoso Parc Güell realizados con multicolores de baldosas y cristales los cuales se ven impresionantes a la luz, con sus pequeñas cúpulas y la ausencia de columnas convencen a cualquiera sobre la genialidad del arquitecto Gaudí; ésta es una de las tantas obras maestras que impactan al recorrer la icónica Barcelona.
Volvería una y otra vez a pisar esta emblemática ciudad para descubrir más espacios inspiradores y vivir momentos aún más perfectos.
Muestras indelebles de maestría se aprecian en toda la ciudad, ejemplo son los medallones de la Sala Hipóstila del famoso Parc Güell realizados con multicolores de baldosas y cristales los cuales se ven impresionantes a la luz, con sus pequeñas cúpulas y la ausencia de columnas convencen a cualquiera sobre la genialidad del arquitecto Gaudí; ésta es una de las tantas obras maestras que impactan al recorrer la icónica Barcelona.
Volvería una y otra vez a pisar esta emblemática ciudad para descubrir más espacios inspiradores y vivir momentos aún más perfectos.
"El gran libro, siempre abierto y que hay que esforzarse por leer, es el de la Naturaleza; los otros libros son sacados de éste y poseen las equivocaciones e interpretaciones de los hombres". A.Gaudí
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