Lugar vibrante y místico, casa de artistas, poetas y revolucionarios, éste es sin duda un punto imperdible cuando se visita la ciudad de México. Tomamos el Turibus una soleada mañana de diciembre y nos sorpredimos al encontrar a nuestro paso, edificaciones ancestrales, puertas de colores, callecitas de piedra, mercados muy pintorescos y barrios tan peculiares como éste. El colonial Coyoacán ó "Lugar de Coyotes" (en la lengua Nahuatl) se mostró colorido, jovial y lleno de increíbles alternativas gastronómicas. La hermosa Iglesia de San Juan Bautista irrumpe en solitario justo frente al muy concurrido Jardín del Centenario, sitio donde se despliegan toda clase de restaurantes como el singular Antiguo Palacio de Coyoacán. Cientos de paseantes, turistas y locales, ávidos de distracción, se agolpan a nuestro paso y nos transmiten buenas vibras, conversaciones agradables y mucho jolgorio. El espacio se inunda de agradables ecos, murmullos, algarabia y tonadas de una guitarra que rasga sus cuerdas en ansiosa búsqueda de protagonismo e insaciable deseo de alegrar el ambiente; sin embargo, el protagonista principal aquí es el color, que inunda e impregna cada detalle a nuestro alrededor y en compañía de la perenne luz, se conjugan para dar vida a un espacio que posee alma propia. En la Plaza Hidalgo, un vendedor de globos sobresale muy cerca del atrio de la iglesia, llamando mi atención por lo vivaz de su atuendo y por el contraste que ejercen los multicolores globos con la blancura del emblemático templo.
Decidimos caminar en busca de la muy afamada casa de Frida Kahlo y nuevamente nuestros sentidos se exhacerban al percibir exquisitos aromas en diferentes puestecitos de comida que muestran opciones culinarias únicas de la cocina tradicional Mexicana, (no por casualidad ha sido declarada Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad (UNESCO). De mis favoritas sobresalen los esquites, los sopes, la torta cochinita, las enchiladas y los inmejorables huarachotes.
La magia de Coyoacán trasciende hasta las frías noches de diciembre, cuando los turistas optan por visitarla y disfrutar de un delicioso ponche navideño, (un té aromático cargado de canela, clavos de olor, manzana, y otros ingredientes) y de la compañía de lucecitas diminutas que inundan el lugar. Es sin duda, uno de los principales puntos más visitados del sur de la ciudad.
Definitivamente este barrio, que vio nacer y morir a la revolucionaria artista de labios rojos y cejas pobladas, no es solamente un lugar de hermosas plazas, excelentes restaurantes y ambiente bohemio, sino la simple esencia del mexicano que emana de cada piedra.
Definitivamente este barrio, que vio nacer y morir a la revolucionaria artista de labios rojos y cejas pobladas, no es solamente un lugar de hermosas plazas, excelentes restaurantes y ambiente bohemio, sino la simple esencia del mexicano que emana de cada piedra.
"Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad". Frida Kahlo
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