Probablemente si se compara con la majestuosa catarata Velo de Novia, el Reloj Floral (ubicado en la 14004 del "Niagara Parkway"), sea para algunos visitantes un insignificante detalle no merecedor de reconocimiento alguno. Sin embargo, este reloj de 12 metros de diámetro y de diseño un tanto complicado, me pareció bastante interesante. Y es que, aunque el guía se detuvo solamente unos minutos para tomar la fotografía de rigor, yo quedé impresionada y con la duda de la elaboración, funcionamiento, y mantenimiento de esta increíble obra floral.
Inspirado en el reloj de los jardines de la calle Princes de Edinburgo, éste se construyó en 1950 y se trata de un reloj formado por más de 16,000 plantas cuyo intrincado diseño se cambia dos veces al año (primavera y verano/otoño). El minucioso diseño, cuido y mantenimiento de las plantas recae sobre el Departamento de Horticultura del Parque Niágara y sus sincronizados y complicados mecanismos, motores y rotores, son sólo algunos de los tantos componentes que operan este único reloj, obra en su interior del personal de la compañía Hydro de Ontario.
Fabulosos jardines de flores multicolor le rodean y en la parte trasera del mismo se encuentra la torre que alberga las campanas Westmister, dándole así mayor presencia y sonoridad con sus repiques de cada hora.
Esa melodía que nos indica es hora de continuar nuestro camino de viajeros.
Esa melodía que nos indica es hora de continuar nuestro camino de viajeros.
"Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
Sueno de cada flor la mañana revisa...
El aire con un pétalo tocaba las Colinas
Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
La vida de una flor cabe en una sonrisa". Carlos Pellicer