lunes, 14 de agosto de 2023

Desde mi ventana

Desde mi ventana he visto el mundo de diferentes formas y colores; y es que la vida me ha llevado a verlo tal cual es, hermoso, duro, vibrante, en movimiento, colorido como los 288 atardeceres que vi desde mi  ventana en Santa Fe, ó aquella mañana mágica en que vi caer la nieve desde la cuadriculada y blanca ventana de mi cuarto en Georgetown, cuando desde el bus hacia Ciudad de México la aridez golpeaba mis sentidos sintiendo ese momento perfecto, y aquel árbol de poró el cual me inspiró en todo momento, su silenciosa y humilde grandeza, su fortaleza me acompañó durante aquellos meses de ansiedad brutal. 

Desde una ventana se puede ver el mundo tal cual se presenta, la vida en movimiento de aquellos que transitan frente a ella, hojas otoñales que caen al ritmo del viento, edificios altísimos que resguardan una ciudad cosmopolita, el vibrante atardecer ó el tímido amanecer que me dicen que todo está bien, que confíe, que crezca y sobre todo que continúe caminando.

Desde mi ventana la naturaleza exhubetante se cruza con la noche de luna completa, disipan mis miedos y ordenan mi mente ruidosa; acudo ahí porque a través de ella veo atardeceres de tonalidades naranja mezclándose con el violeta intenso, la lluvia pronta a caer y las gotas de rocío deslizándose suavemente a lo largo del frío vidrio.

La vida ha transcurrido desde mi ventana.






















martes, 8 de agosto de 2023

Hogar es donde está tu corazón


 He vivido en diversos hogares a lo largo de mi vida, a ellos llegué con grandes expectativas, con miedo algunas veces y muchas otras con alegría.

Al cumplir 17 años llegué a una casa vacía, provista solamente de una mesa de madera y cuatro sillas, 3 camas y un amplio jardín frontal con unas escaleras que conducían a la entrada principal de la casa. Recuerdo que sentía nostalgia de mi casa, de mi país y de todo lo que rememoraba como familiar y querido. Así como la casa estaba vacía , ella misma parecía carecer de corazón, de luz, de magia. Mi corazón nunca conectó con ella.

Aquel frío apartamento de la calle Salitre era pequeño y la luz entraba tímidamente por la amplia sala de la casa; era un hogar ajeno y yo llegué para pasar una corta temporada la cual se extendió por más tiempo. Aprendí a disfrutar cada espacio de la casa muy a pesar de que el frío se colaba en los rincones de ella haciéndola poco acogedora; creo que por ello esas cuatro paredes no lograron calar profundamente en mi corazón para considerarlo mi hogar. 

La gran metrópoli náhuatl es per sé un cálido y armonioso hogar y no tengo duda alguna que esa fue la razón por la cual fue mi casa y refugio durante todo el tiempo que estuve cobijada por su cielo y sus 280 atardeceres (contados con precisión y fotografiados en su gran mayoría.)  Muchas conversaciones afables, risas y aprendizajes se formaron bajo este techo; hoy lo recuerdo como un hogar cálido y seguro  lejos de mi país.

Desde mi ventana observaba la solitaria y apacible calle de “Dent Place”, los árboles repletos de hojas otoñales y la nieve que cayó ese año de manera prematura. El cálido apartamento poseía una pequeña chimenea que servía de refugio en aquellos gélidos días de invierno y me sentaba delante de ella por largas horas. Un lugar acogedor que me hizo sentir en casa y un tiempo que disfruté plenamente. No le di el tiempo suficiente para ganar el título de hogar.

Pero hay un lugar en mi memoria,  un espacio en el tiempo que construí con amor y con corazón del bueno, una casa que al entrar se percibía cómoda, acogedora, con olor a vainilla, a madera fresca…eras mi hogar, mi lugar seguro. 










1. 306 Furches St., Raleigh, N.C.- 1980
2. Gran Reserva Rioja, Salitre, Bogotá, Colombia -2015
3. Sendero Santa Fe, Ciudad de México - 2017
4. Dent Place, Georgetown, W.D.C. - 2018
5. Collados del Este, Lourdes M.O.- Costa Rica- 2012