Cuando uno recorre las callecitas de San Miguel de Allende no puede dejar de admirar las puertas de las grandes casonas y de los pequeños comercios algunas de las cuales tienen más de 300 años, además el brillante trabajo de los artistas talladores es evidente.
Altísimas puertas adornadas en su mayoría por flores y muchas otras con listones de colores - algunos dicen que para augurar buena suerte- dan la impresión de querer adueñarse del protagonismo de este antiquísimo pueblo mágico.
Cada puerta tiene su luz y magia propia, apostadas en ambas vías de las angostas calles, me intrigan a cavilar en su tan personal y único mundo. Tal vez si entráramos por cada una de ellas, encontraríamos pasajes misteriosos, fuentes de agua, jardines coloniales, secretos de un pasado aún latente.
Puertas de madera enmarcadas de tonalidades ocre, naranja, café, y amarillo, dan la impresión de haber salido de un mundo otoñal lleno de magia y color que dista mucho de ser pretencioso ya que hay que verlas y admirarlas en persona para darles el crédito que merecen.
En el día de las 17,000 visitas al blog, las celebro y recuerdo con especial cariño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario