domingo, 25 de octubre de 2015

Santuario Las Lajas, Ipiales

Cuando se es de un país relativamente chiquitico (alrededor de 51,100 km2), las distancias son prácticamente mínimas.  Un viaje a la playa se puede realizar en 45 minutos y a la frontera del país más cercano en 5 horas (sin tramitología de migración y las extensas filas), entonces los recorridos por tierra se sienten relativamente rápidos.  Por estas razones, siempre me hago la misma pregunta: cómo se me ocurrió que iba a poder soportar un viaje en autobús por 24 horas?
Emprendí uno de los trayectos más largos de mi vida cuando decidí salir desde Bogotá, Colombia hasta Quito, Ecuador por tierra. Sin saber lo que me esperaba, me aventuré a lo desconocido.
Después de un viaje agotador, finalmente llegué a Ipiales, una ciudad colombiana situada en el departamento de Nariño, 3 kilómetros de la frontera con Ecuador. La impresión al llegar fue definitivamente inesperada, un pueblo colombiano con acento ecuatoriano, un frío penetrante y una sensación singular por estar a 2,900 metros sobre el nivel del mar.  Nunca me hubiera imaginado la joya arquitectónica que iba a encontrar justo en medio de dos montañas.
El impresionante Santuario de Nuestra Señora del Rosario de las Lajas cambió radicalmente mi paso por Ipiales.  Un templo y basílica con estilo neogótico construido a inicios del siglo XX, perfectamente situado en medio de una belleza escénica natural en el cañón del río Guáitara. De todas las iglesias que he visitado, nunca una como ésta.  Ambas montañas se conectan por un puente de 20 metros de largo y 50 metros de alto que permite desplazarse con otros puntos del Santuario, conectándonos mágicamente con la naturaleza.  Los recorridos aledaños a la basílica permiten apreciar desde lejos todos aquellos ángulos que reafirman la impresionante pieza arquitectónica en medio de un cañón natural.  Sus jardines, el río y espacios de recreo, generan un ambiente solemne hacia la espiritualidad.
Este es un lugar imperdible y una parada obligatoria para los que cruzan la frontera colombo-ecuatoriana.  Un Santuario que pone a sus pies a muchos turistas, fieles religiosos y amantes de la arquitectura.
Para mi dicha, este no fue el final del viaje, la aventura apenas iniciaba...
Escrito por: Deborah Chavarría Acevedo








sábado, 17 de octubre de 2015

El arte de Botero, Antioquia

Medellín es sinónimo de flores, alumbrados navideños, horizontes de ladrillos y cúmulo de arte. Su centro histórico está plagado de reliquias de arte religioso,  teatros, catedrales y de vida cultural. Una ciudad en donde las protagonistas son las 23 piezas monumentales de bronce que descansan en la Plaza de las Esculturas de Fernando Botero (donadas por el artista al pueblo de Colombia y al mundo entero), testigos perennes del arte moderno de este gran escultor y pintor antioqueño. Sin lugar a dudas ellas son impresionantes y se levantan imponentes engalanando el entorno de la zona histórica.   Eva, Maternidad, Hombre a Caballo, La Mujer y El Romano se encuentran en un ambiente de arboledas centenarias y es indudable que son piezas únicas que plasman el estilo tan personal de Botero (como es el agrandamiento de los volúmenes), una estética que sin lugar a dudas refleja además la problemática social y humana de todos los tiempos. 
El Museo de Antioquia es también un referente urbano del centro de la ciudad de Medellín, ya que salvaguarda impresionantes colecciones de arte que se han convertido en riqueza y patrimonio de este lugar. Recorrer las salas del museo significa encontrarse con historia colonial, obras religiosas, y de héroes de la independencia; colecciones de pinturas así como esculturas de arte moderno y contemporáneo y por supuesto la Sala que reúne las más famosas obras temáticas de este virtuoso artista reconocidas mundialmente. De las más relevantes que me impresionaron menciono: Muerte de Pablo, Picnic, Circo, Masacre en Colombia, Pedrito, y Familia de Gordos entre muchas otras.
El Palacio de la Cultura Rafael Uribe es símbolo de la independencia de Antioquia; este peculiar edificio neoclásico y de diseño ajedrezado sobresale de las demás estructuras por su estilo de palacio ecléctico mismo que combina el florido con elementos art deco y barroco. Esta hermosa pieza arquitectónica puede apreciarse desde cualquier punto del parque aportando un plus al recorrido.
Así como la calidez del paisa, el arte del maestro Fernando Botero es universal y genuino, con un humor crítico que sobresale en el carácter del antioqueño y que se expresa en los lienzos del artista y en cada esquina de la ciudad.
Medellín evoca cordialidad, humor, simpatía y por supuesto genialidad y maestría con nombre propio.
"El arte es espiritual, un respiro inmaterial de las dificultades de la vida". Fernando Botero.