Me encanta viajar, ya lo he dicho muchas veces; conocer nuevos lugares, observar esas tantas experiencias que se van cruzando y sumando con el pasar de los días. Sin embargo; para este viaje en especial no tenía expectativas, solamente quería disfrutar cada momento con mi familia tal cual se presentara todo, simplemente fluir.
La Ciudad de Panamá es una ciudad cosmopolita, bulliciosa, con carácter , es adornada con el olor que trae el océano Pacífico a través de la Bahía Panamá y se extiende en la Cinta Costera. La silueta de grandes edificios se pueden admirar desde varios puntos de la ciudad como la Avenida Balboa, el Mercado de los Mariscos y obviamente desde el antiquísimo Casco Antiguo.
No era la primera vez que la visitaba, pero ésta sería ciertamente la primera vez que la disfrutaría profundamente desde el corazón, con esas sensaciones que solamente se perciben a través del amor. Caminarla entre risas y conversaciones ávidas y sensibles; detenernos a degustar platillos deliciosos en uno de los muchos lugares gastronómicos que posee esta increíble ciudad, fue uno de los tantos placeres que compartimos en familia.
Caminar y disfrutar del Coastway, conocida también como La Calzada Amador, - es una hermosa vía que conecta la Ciudad de Panamá con tres islas del Pacífico- fue uno de los lugares que disfruté mucho más porque las actividades que brinda el lugar se prestaron para conectar con todas las edades que hay en la familia.
Cada día al levantarme, experimentaba una sensación de bienestar, me sentía llena de vida, de gozo y de felicidad. Fue un sentimiento que perduró las 24 horas del día y que iba creciendo conforme los días iban pasando. Estoy completamente segura que se lo debo totalmente al amor en cada uno de los miembros de la familia, tanto aquellos que estaban conmigo ahí, así como los que no pudieron ir.
Gracias Panamá, gracias tío y tía, su amor fue sentido en cada uno de nosotr@s.