Bañada por el océano Pacífico, sus costas acogen playas hermosas, acantilados, cabos, islas, golfos, esteros e impresionantes ríos. Un lugar de densa vegetación tropical, montañas, y un clima cálido que se disfruta durante casi todo el año. Ella es la Península de Nicoya.
Esta extensa línea costera nos condujo a través de ensortijados árboles hasta el pueblo de Huacas, (muy al extremo sur de la península y de la famosa "ciudad folclórica" de Santa Cruz) donde se encuentra el Rancho Cartagena. Una casa vacacional construida estratégicamente en una empinada montaña con hermosa vista a la península permitiendo así que se diera la perfecta conexión y armonía que debe de coexistir entre el hombre y la naturaleza.
La Península de Nicoya goza de increíbles playas como lo son Conchal, Brasilito, Hermosa, Flamingo, y que están ubicadas en el Golfo de Papagayo y las del sector noroeste de la península como lo son Tamarindo, Grande y Sámara entre muchas otras. Estas tan solo son una muestra de la belleza de las costas y litorales de Guanacaste. Playas de fina y blanca arena como Conchal (su nombre denota por ser uno de los depósitos naturales de conchas de mar más desorbitada del país) o Tamarindo que con su arena marrón de al menos 2 kilómetros de largo, es tal vez una de las playas favoritas de surfistas y de inversionistas extranjeros que han construido aquí sus negocios y por supuesto sus vidas.
Lo insólito de esta zona es que por momentos no se sabe si la playa domina a la selva o la selva a la playa, ya que literalmente la naturaleza se descuelga sobre la arena y es muy usual escuchar (y muchas veces ver) a los congos aullar agitándose entre las ramas de los increíblemente altos y frondosos árboles de la zona. El día se hace corto cuando hay tantos lugares que ver y disfrutar; parajes que atrapar y grabar en la memoria del corazón que todo lo recuerda. Lo bueno es que las distancias son cortas tanto que pueden recorrerse en poco tiempo, para así poder quedarse más tiempo, tirarse en la cálida arena, darse un chapuzón y cerrar el día acariciando un espectacular atardecer.
Sin duda alguna no hay mejor lugar que tu país; no hay mejores playas que las que fabrica tu terruño y no hay mejor tierra que la que te vio nacer.